domingo, setiembre 25, 2005

El Presidente Espejo

Sandro Venturo Schultz
sv@toronja.com.pe
(Sandro Venturo nos alcanza este artículo publicado originalmente en Peru21)


Todo empezó con esa carambola histórica que llevó a Alejandro Toledo a encabezar la lucha contra la dictadura-en-democracia de Fujimori. Él expresaba, con ardiente histrionismo, al cholo exitoso y corajudo que destaca entre nosotros como profesional orgulloso y emergente, como pequeño empresario luchador, como empeñoso dirigente de base con proyección regional. Sin embargo, una vez elegido Presidente, Alejandro demostró que la banda presidencial le quedaba grande. Muy grande.

EL MODELO NEGADO

Entonces notamos que era impuntual, como lo somos (casi) todos. Descubrimos que era mujeriego, como todos esos señores que vociferan sus hazañas en cualquier sauna de Lima. Luego supimos que no quería reconocer a su hija biológica, y constatamos una vez más que personajes así existen por doquier en nuestros barrios. Finalmente, lo encontramos frívolo, acomplejado, empequeñecido. Ahora piense usted en los funcionarios públicos que viven dentro del ministerio mordiendo su suerte, en los muchachones de la promoción que necesitan enumerar sus logros para convencerse a sí mismos de su efímero éxito, en los gerentes que revientan la tarjeta de crédito de la empresa ante unas deliciosas parrillas a cambio de nada.

Observándolo como estadista, tenemos a un político bastante hábil en el uso de clichés sin gancho. Una “autoridad” sin capacidad de ejercer la autoridad que le encargamos. Entonces rememoro a esos empresarios que hablaban de reingeniería sin aplicar ninguna forma de ingenio, que dan una orden y a la semana siguiente dan otra, contraria. Escucho a Toledo actuando una nueva exageración de su personaje y no puedo evitar el recuerdo de cientos de alcaldes y directores de escuela que hablan con la misma retórica hueca, y la misma voz afectada.

Toledo toma decisiones extemporáneas y destruye sistemáticamente la organización política que él ha creado. Afirma que no tolerará algo que luego acepta sin ningún tipo de pudor. Pues bien, hay que tomar en cuenta que contamos con una amplia gama de jefes que se despliegan con tal arbitrariedad que debilitan las organizaciones que ellos dirigen. Minan la dignidad de sus empleados. Ceden ante el chantaje. Desconocen las responsabilidades que han delegado. Trato de listar los defectos que acusamos del Presidente y para cada uno de ellos encuentro el par correspondiente entre nosotros, los cebicheros.

Lo que no nos gusta de Alejando Toledo es que expresa hoy, mejor que nadie, eso que rechazamos de nosotros mismos. Por eso lo negamos. Por eso lo toleramos. Toledo, como el resto de nuestros políticos proviene de nuestros hogares, barrios y clubes; de nuestras empresas y centros de trabajo, de nuestras instituciones. Es el espejo de una dimensión de nosotros, los futboleros.

UN ABANICO DE POSIBILIDADES

Si hiciéramos una tipología de los políticos nuestros de cada día, encontraríamos que expresan muy bien a los distintos tipos de gente que conocemos. Ahora Toledo nos preside y por ello es el foco de nuestras obsesiones. ¿Qué pasará con nuestro gran Alejandro? Nunca se sabe. Todavía puede sorprendernos.

¿Qué pasará, en cambio, con nosotros, miembros de una comunidad política amateur? Quienes no estamos jugando a solas y buscamos intervenir en la vida pública, necesitamos aprender a actuar de forma radicalmente reflexiva. Considero saludable para toda persona con voluntad política, revisar crítica e implacablemente nuestra educación cívica práctica. Los modelos de liderazgo así como la cultura organizacional que caracteriza a nuestras organizaciones produce estas formas de liderazgo que elegimos o aceptamos, y que al mismo tiempo aborrecemos. Pensar en nuevas formas de liderazgo, en nuevas dinámicas y reglas institucionales, supone reformar aquellas prácticas organizacionales que configuran nuestras costumbres y modelos cotidianos.

Nos queda juzgar en las urnas a Toledo y a sus precarias pandillas el próximo año. Y en ese momento estaremos renegando de un estilo de liderazgo que compartimos fielmente y que seguirá un buen tiempo entre nosotros.

1 comentario:

julio dijo...

Siempre la transición de los gobiernos democraticas hacia la democracia definitiva resulta traumatizante,lo bueno que van surgiendo ideas y sumando experiencias.