Por Luis Ginocchio Balcázar
Publicado originalmente en Diario El Tiempo (Piura), 09 Ago 2006.
Para integrar a los pequeños agricultores chilenos a las oportunidades y desafíos que trae el fenómeno de globalización económica, el Estado chileno está por empezar un plan de apoyo a su reconversión productiva. Es sumamente interesante comprobar como nuestro vecino del sur desea convertirse en un gran exportador y potencia agroalimentaria para 2010 e invierte muchos recursos financieros y técnicos para solventar técnica, humana y empresarialmente a la pequeña agricultura. La creatividad y espíritu de solidaridad de las autoridades del nuevo gobierno de la presidenta Bachelet serán puestas a prueba para diseñar sistemas de apoyo, facilitar los recursos y repartirse las tareas, tanto en temas de animación productiva (enfocadas al agro campesino competitivo) como en el caso del agro campesino rezagado (menos conectado a mercados). Además, el Estado, representado por los ministerios de agricultura y planificación, servirá como “bisagra” en la relación del agro campesino con las empresas agroindustriales. El nuevo gobierno peruano puede usar estas experiencias, así como las de Brasil, Colombia y México, para en el menor tiempo posible establecer medidas de apoyo al agro campesino nacional. De este modo, la agricultura campesina o agro familiar encontrará los medios e incentivos para organizarse y mejorar sus resultados. Al mismo tiempo, la agricultura empresarial peruana hará negocios y apoyará esta cruzada en el campo por diseminar las oportunidades para todos. Por eso es conveniente comentar el artículo titulado “El ‘up grade’ campesino” (Revista del Campo, Diario El Mercurio, Santiago de Chile, 24 de Julio 2006), donde su autor, Eduardo Moraga Vásquez, afirma que la agricultura campesina tiene un tercio de la superficie agrícola de Chile. Sin embargo, un abismo aleja el agro campesino de la exitosa agricultura empresarial. Para cerrar esa brecha se necesita separar lo social de lo productivo, vincularla a la agroindustria de exportación y mejorar su financiamiento y asociatividad. A estas alturas son pocos los que no creen que Chile va derecho a convertirse en potencia alimentaria. Ya sea en el discurso de la presidenta Bachelet, en un ensayo escolar o en una reunión de empresarios, el lema se repite. Pero aunque la frase-objetivo es muy conocida pocos han reparado que el monarca camina semidesnudo. Porque una parte significativa del agro todavía no alcanza el desempeño de la agricultura empresarial, que compite de tú a tú con los mejores del mundo y que crece a tasas mayores al resto de la economía. Se trata de la agricultura campesina. Su peso es fuerte en el desempeño total del agro. En ella descansa la producción de cerca de 2 millones de hectáreas, un tercio de la superficie agrícola del país. Sin embargo, los cerca de 270,000 campesinos que la componen, dueños cada uno en promedio de 8 ha, tienen escalas muy bajas de producción, además de una escasa inversión en tecnología. Muchas veces la joya de un agricultor pequeño es un tractor con más de 10 años.
Para qué hablar entonces trabajar con variedades, utilizar fertilización adecuada, aplicar buenas prácticas agrícolas o insertarse en nichos de alta rentabilidad. Normalmente, un campesino recibe un ingreso mensual no mayor a $300 mil pesos mensuales (unos US$556 dólares). Un verdadero torpedo bajo la línea de flotación del proyecto de convertir a Chile en uno de los 10 mayores exportadores de alimentos para el 2010 a nivel mundial. ¿Cómo ingresar a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, organización internacional compuesta por 30 países cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales). si existe una diferencia tan notoria entre la agricultura empresarial y la campesina, se cuestiona el ministro de Agricultura, Álvaro Rojas. La situación es tan preocupante, que ya ha originado varias reuniones dentro del Gobierno. De hecho, al igual que el paquete de medidas pro competitividad para la economía anunciado la semana pasada, la administración Bachelet - a través de las autoridades del Ministerio de Agricultura (Minagri)- está afinando un plan para realizar una reconversión (o ‘up grade’) urgente al agro campesino.
Las propuestas estarían prácticamente listas y sólo resta que Hacienda apruebe los nuevos recursos. El lanzamiento sería en la primera quincena de agosto de 2006. Pero cuáles son las medidas más urgentes para cerrar la brecha campesina. El primer paso es separar lo social de lo productivo. De los 270 mil agricultores campesinos, sólo unos 100 mil tienen viabilidad comercial. Ya sea por la escasa superficie de sus predios (muchos de menos de una hectárea), la mala calidad de los suelos o por el bajo acceso a aguas, casi un 60 por ciento califica más como objetivo de programas sociales de superación de la pobreza que de planes de fomento productivo agrícola. La idea es sacarle el tema social al Indap y traspasarlo a Mideplan, que es el órgano encargado de superar la pobreza. Estas instituciones tienen los instrumentos y la experiencia para hacerlo, afirma Gustavo Rojas, profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica.
El Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) es el principal servicio del estado chileno en apoyo de la pequeña agricultura. Su misión es promover condiciones, generar capacidades y apoyar con acciones de fomento, el desarrollo productivo sustentable de la agricultura familiar campesina y sus organizaciones. El Ministerio de Planificación y Cooperación (Mideplan) tiene como misión promover el desarrollo del país con integración y protección social de las personas, articulando acciones con las autoridades políticas, órganos del Estado y sociedad civil, a nivel nacional, regional y local.
El Indap está en manos de la Democracia Cristiana, que a través de sus $108 mil millones de pesos (US$200 millones) de presupuesto anual teje redes de apoyo en el mundo campesino. Las medidas propuestas le restarían una gran cantidad de clientes al Indap y traspasarlos a las municipalidades, las tradicionales ejecutoras de los planes de Mideplan. Sin embargo, esta separación permitiría al Indap concentrar recursos en menos instrumentos de fomento productivo mejorando su accionar. En el Minagri coinciden en realizar una separación entre lo social y lo productivo aunque Minagri se mantendría a cargo de ambos pero con una orientación menos asistencial que hasta ahora (continuará).
viernes, agosto 11, 2006
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