lunes, agosto 20, 2007

Mascarillas - Post Terremoto Pisco

Juan Infante
Si alguien me pregunta por algo que está faltando en estos momentos en Pisco, mi respuesta sería mascarillas. Las tareas de remoción de escombros y recuperación de objetos por parte de las familias y la demolición y recojo de desmonte en las calles, llenan casas y espacios públicos de polvo. Mascarillas y una campaña para que todos en Pisco las usen, es lo que hoy se más se necesita.

En Pisco, el tema de los alimentos, las frazadas y las carpas a estas alturas ya debe estar solucionado.

Post Terremoto Pisco - sábado 18 de agosto

Juan Infante

Defensa Civil

Defensa Civil, la institución, tiene que rendirnos cuentas a todos los peruanos.
¿Cómo es posible que no existan por lo menos cinco mil carpas en almacén para ser rápidamente distribuidas, 50 mil frazadas, un registro de cinco mil voluntarios entrenados para estas emergencias de los cuales el 20% este en capacidad de movilizarse?
¿Cómo es posible que la dotación de equipamiento de emergencia llegue a una zona de desastre 2 o 3 días después?
¿Existe Defensa Civil?
¿O somos todos y no es nadie?


Vergüenza
La imagen de ese helicóptero caído es vergonzosa. Esa imagen representa nuestro país.
¿Por qué se cayó ese helicóptero? Por falta de mantenimiento, por vejez, más que seguro.
¿Por qué la ayuda internacional llegó al mismo tiempo que la ayuda de emergencia proveniente de Lima?
Por la falta de unidades de transporte aéreo para servicio civil, mucha chatarra que nadie puede ya volar ni hacer volar de manera responsable.
El Perú no cuenta con una dotación de helicópteros modernos, ni siquiera con un par de aviones de menos de cinco años de antigüedad para servicio civil.
Por ello, la ayuda tardó tanto en llegar.
Por ello, la solidaridad de varios países ha aterrizado de manera más pronta que la del nuestro. Increíble.

Cámara de frío
¡Qué es eso de arrumar a los muertos en la plaza de armas! Pisco es, para quienes no lo saben, una de las sedes más importantes de la industria pesquera y, además, en sus alrededores existen muchas plantas de las más diversas industrias (algunas de ellas enormes).
¿Es que acaso no hay una sola cámara de frío en Pisco que se haya podido activar con un grupo electrógeno?
Todo existe en Pisco y alrededores, plantas que cuentan con cámaras de frío (y muchos camiones frigoríficos), grupos electrógenos de gran potencia, empresas con elevada conciencia de responsabilidad social, etc.
Entonces ¿Por qué los cuerpos de los fallecidos pudriéndose en la Plaza de Armas?
¿Por qué?

Doscientos metros y un puente

Por doscientos metros de carretera destruidos a la altura de la playa Hawai y el parcial deterioro del puente San Clemente -por el que ahora solo puede pasar un carril-, uno puede demorar de Lima a Pisco y viceversa entre seis y ocho horas, de tres a cinco horas más que lo normal.
Son sólo estos dos puntuales puntos los que retrasan e incomunican parcialmente las poblaciones más afectadas por el terremoto y lo que está encareciendo el transporte y da sentido a la elevación de precios de los pasajes, alimentos, y demás mercaderías.
El costo de cada día que el gobierno tarde en habilitar los apenas doscientos metros de emergencia de pista que se necesita en Playa Hawai y en hacer fluido el tránsito del puente San Clemente (por suerte el río no está nada cargado) lo pagaremos los limeños con el aumento de los bienes que vengan del sur y lo pagarán las poblaciones de la costa y sierra al sur de Lima por lógico aumento del precio del flete.
No recuerdo el fuerte adjetivo que utilizó el Presidente García para referirse a las empresas que han elevado los precios de los pasajes, si recuerdo que los ha amenazado con un juicio.
Claro que da cólera que una empresa duplique o triplique sus precios luego de un desastre, pero tiene absoluta lógica de mercado hacerlo. Todos los costos y los riesgos de operación se le han duplicado o triplicado a esa compañía y no sólo a ella, a todos los que se transportan o transportan mercaderías: el combustible, las horas extras, el desgaste de los vehículos y las personas, el riesgo de asaltos y accidentes (los temblores siguen y en algunas zonas podría existir riesgo de derrumbe si hay un movimiento fuerte).
El Presidente debería enfilar sus baterías hacia dentro del gobierno, es ahí donde hay que proferir palabrotas y amenazar con juicios de irresponsabilidad en el cargo. Por lentos, el Ministerio del Interior estuvo fatal, Transportes estuvo fatal, Salud estuvo fatal, la Fuerza Armada estuvo fatal, defensa civil estuvo fatal, la Fiscalía estuvo fatal, etc.
Una vez descargada la frustración presidencial, los Ministros y responsables institucionales deberían contestarle al Presidente, “oiga Presidente, grite y dramatice todo lo que quiera, pero no tenemos manera de responder rápidamente a una situación como ésta. Los sistemas legales y operativos con los que funcionamos nos impiden tener respuestas rápidas y, además, esos gastos no están programados en el plan anual”.

El MEF

No me creen mis compañeros en esta visita que la tardía reacción estatal está totalmente ligada al tema presupuestal y que este está directamente ligado con el Ministerio de Economía y Finanzas y al complejo, absurdo, castrador sistema que regula las acciones de los funcionarios públicos y que hace que el miedo a los juicios y auditorías terminen inhibiendo la acción urgente:
¿Por qué no se alquilaron aviones de carga privados a primera hora de la mañana del jueves para llevar agua y alimentos a la población? ¿Por qué no se traslado personal médico de emergencia? ¿Por qué hasta hoy domingo la carretera no tiene una vía alternativa que haga fluido el tráfico? ¿Por qué aparentemente no hay nada en los almacenes de Defensa Civil? ¿Por qué no se compró de la mercadería existente en las bodegas y mercados de Pisco y Chincha y se comenzó de inmediato el reparto de alimentos y bebidas?
1. Porque la mayoría de estas cosas de sentido común no se pueden hacer de manera inmediata sin que sea ilegal y origine juicios al funcionario que decida saltarse la norma.
2. Porque no existe presupuesto de emergencia que pueda ser usado de manera inmediata al momento de una emergencia.
3. Porque el Estado peruano no piensa en que estas cosas puedan pasar y por tanto no ha existido presupuesto para preparar con anterioridad una estrategia que adelante planes de acción en situaciones de fenómeno del niño, friaje, maretazos, terremotos, sequías, inundaciones, etc.


¿Por qué no?

Escucho a varios ministros decir que no se puede llevar los alimentos y la ayuda casa por casa. ¿Por qué no?, sería mucho más ordenado, coherente, transparente y, sobretodo, gentil con la población el hacer el reparto manzana por manzana, cuadra por cuadra, casa por casa. Personas (sobretodo cuadrillas de universitarios) dispuestas a colaborar abundan y son necesarias. Un par de jóvenes por cuadra, que empadronen a las personas y se encarguen de repartir las cosas, eso sería importante.
¿Por qué las personas tienen que trasladarse fuera de sus casas destruidas para hacer largas colas para recibir unas cuantas cosas que pueden ser entregadas sin hacerles pasar tanta humillación? Si las personas quieren moverse, perfecto, pero que no sea para hacer inmensas colas sólo porque los ministros no conciben una mejor manera de hacer el reparto.
En este momento y durante los próximos días, es urgente que se les brinde a las personas afectadas la oportunidad de hablar, de compartir sus vivencias, temores y dolores y, para ello, probablemente el mejor espacio es al momento de compartir los alimentos.
Los jóvenes voluntarios podrían convertirse en los animadores de las cuadras. Hoy cada familia, está trabajando sola en sus respectivas casas. Sería a todas luces, más conveniente, fortalecer las tareas comunes.

martes, agosto 07, 2007

BARRER primera performance Lima

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[Vea fotos y lea el volante entregado en la performance]

Barrer ha sido ejecutada por primera vez en el mes de julio en una avenida llamada 28 de Julio –fecha de la fiesta nacional peruana-, en el céntrico y acomodado distrito de Miraflores en Lima, una de las capitales latinoamericanas más centralistas e ignorantes de la realidad, sedienta de TLCs y crecimiento de mercado mientras da la espalda a la justicia, a la ética en los asuntos públicos, la verdadera responsabilidad social y global, y al país de verdad, ese al que no se atreve a mirar a los ojos; además de ello, en un espacio que es parte del circuito artístico capitalino, cuyo disforzamiento intelectual y de clase supera larga y exponencialmente la irresponsabilidad limeña ante lo que realmente importa.

Precisamente porque lo performático de una performance es el enfrentamiento de una situación que urge cambiar - movimiento y cuerpo de la performance como proceso modificatorio y sólo así performativo- es que la acción ha dado inicio en dicho contexto teniendo como blanco las cegueras, los silencios y las injusticias que ejercemos ante aquél nosotros voluntariamente ignorado.

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En Barrer ofrezco mi propia sangre derramándola en conmemoración respetuosa de las setenta mil muertes ocurridas durante la guerra política en manos criminales, tanto del terrorismo insurrecto como del terrorismo de Estado; derramamientos violentos que pretendemos mantener en el olvido y que así, por un derramamiento más bien amoroso, son recordados. Asumiendo luego los roles del gran empresariado, los decisores e influyentes en las políticas de Estado, y los empresarios de los medios de comunicación principal aunque no exclusivamente, barro escoba en mano la sangre derramada -que es ahora ya no la mía sino la de todos- bajo una alfombra que con inmenso rostro de Alan García pretende inútilmente ocultar lo inocultable. La alfombra ensangrentada como lo está nuestro Estado y las manos de muchos de nosotros, descubre en el reverso el rostro de Alberto Fujimori. Ello y el canto de los estribillos publicitarios aprista y fujimorista "Respetos guardan respetos" y "Nunca tuvimos la oportunidad, ahora tenemos la oportunidad", son clara alusión a que el fujimontesinismo y el alanmantillismo son y fueron siempre dos caras de la misma moneda con la que hoy cobramos y pagamos diariamente: la del irrespeto a muchos peruanos que no son considerados realmente ciudadanos, y la de nuestra complicidad en la impunidad. La acción Barrer tendrá nuevas performances fuera (y a veces dentro) de circuitos artísticos, recorriendo comunidades peruanas a lo largo de lo que resta de este período gubernamental y más allá de él si es necesario, persistiendo en revertir el olvido y las cegueras ciudadanas, la irresponsabilidad y la estulticia institucionalizadas, la injusticia y la impunidad generalizadas.

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DESATORADOR 1990/2005/2020 (2005)

sábado, mayo 19, 2007

La publicidad del barrio

Juan Infante
Artículo aparecido en el libro "Publicidad en General", El Comercio, 2006.

¿Cómo definir la publicidad que no pasa por las agencias? Me hago la pregunta porque detrás de los términos que elegimos para referirnos a una serie de estrategias publicitarias de bajo presupuesto se esconden prenociones y actitudes que nos impiden ser objetivos y precisos cuando nos referimos a lo que está sucediendo en el mercado publicitario peruano.
La primera tentación es llamarla publicidad popular. Ese fue el encargo que recibí de El Comercio: “nos gustaría un texto en el que definas la publicidad popular”.
Me quedé pensando un largo rato, ¿no es el fin de la acción publicitaria hacer popular un producto? En el Perú, la respuesta es más relativa que en otros países. El paradigma dominante en el mercado publicitario peruano es vender productos de público amplio como si fueran exclusivamente para el segmento más pudiente de la población.
Reconociendo el reduccionismo y que hay ya en ciernes un nuevo estilo, esta vendría a ser la fórmula ganadora: construir la imagen de marca pensando en chicos y chicas despreocupados. Y ellos son en el imaginario de las agencias: blancos, guapos, esbeltos y sus variantes madre de familia, ejecutiva y ejecutivo moderno, niño feliz.
La explicación vigente desde los ochentas es que esta fórmula funciona porque la mayoría de la población aspira a ser como aquella que detenta la mejor calidad de vida.
Probablemente después de revisar estas páginas coincidamos en que es momento de replantearnos la validez del paradigma. Las páginas que siguen demuestran que la validez de la estrategia “aspiracional” está sobreestimada o, por lo menos, que las aspiraciones de la mayoría de la población pueden ser expresadas de forma distinta o, más aun, tienen otros referentes.
Este libro da cuenta de la publicidad que se está moviendo en la calle. En cierta medida es una publicidad que corre en paralelo a la que nace en las agencias. Y la constatación es que esta publicidad también funciona. Funciona mostro. Institutos educativos, centros de recreación, centros comerciales, marcas de ropa, conjuntos musicales, cadenas de restaurantes se han desarrollado exitosamente gracias a utilizarla. Sus usuarios son en su mayoría empresas nuevas manejadas por empresarios y empresas de primera generación y de rápido crecimiento.
Esta publicidad responde a otros códigos pero no a otros principios. Las estrategias que están detrás de lo que aquí se muestra son similares a las que propondríamos nosotros si tuviéramos clientes con las mismas necesidades, el mismo apretado presupuesto y la misma formación e información de los publicistas que las crearon y las empresas que las implementan. Para disfrutar de estos ejemplos y aprovecharlos, es bueno olvidarse por un rato de la sorpresa y la admiración pero sobretodo del prejuicio. Detrás de cada imagen que aquí se muestra hay un capítulo que da cuenta de algo que está funcionando en y para el Perú que emerge.

El otro paradigma
Si intentamos reseñar dos características fundamentales de la “publicidad de la calle” podríamos decir que ésta es:

• Una publicidad que acepta y elabora sus propuestas en función al origen, presente y los gustos estéticos de sus clientes
La tarea de cualquier estratega publicitario es aumentar las ventas y esto se logra creando mercado y desplazando a los competidores directos e indirectos.
La publicidad de la calle lo hace sin tratar de cambiar a sus clientes, los acepta tal cual son. Los conoce y reconoce, sabe de sus necesidades, códigos lingüísticos, gustos estéticos y también de sus aspiraciones. Estas últimas existen, pero al parecer (y las pruebas están en las páginas que siguen), no son las que las agencias están planteando.
La inspiración creativa de estos publicistas nace, como lo hacen los negocios que las utilizan, en el marco del barrio, del mercado local, y es a partir de allí que se va expandiendo a ámbitos de la metrópoli y el país. Por ello, el concepto “gente como uno” adquiere lógicamente otras connotaciones y esto se debe a que el pudiente del barrio no es el mismo que el pudiente nacional. Si a algo se aspira entonces es a ser el rico pero el rico del barrio, a ser el guapo/guapa pero del barrio y a la familia feliz del barrio. Lo que hay detrás del éxito de la publicidad de la calle es probablemente eso, nace del barrio y está hecha para el barrio.
Dentro de este marco, uno encuentra profesionales destacados, expertos en marketing que “la están viendo”. Gente que más que estudios, tiene años de experiencia. Con o sin lecturas, algunos son estrategas publicitarios notables, que están haciendo lo que recomienda la teoría al pie de la letra y, muchos de ellos, desarrollan estrategias cruzadas: personalización a grado máximo con una apertura sin restricciones. Si compitieran en un MBA con mención en marketing, de seguro estarían sobre el quinto superior. Pero no están en las agencias y ellos mismos aun no son concientes del valor económico de su talento.

• Una publicidad conciente de la relación costo eficiencia de los medios utilizados
Lo que hay detrás de la “publicidad de la calle” no es necesariamente publicidad barata. El concepto mandatorio es efectividad. La confusión puede ser fácil pues por lo general en la publicidad de la calle el presupuesto es escaso. Pero es eso lo que hace que la exigencia de eficiencia en el uso de los recursos sea tremenda.
Las básicas decisiones de marketing son fundamentales: desde la ubicación, el nombre, el precio, la clara definición del producto hasta las promociones, el tipo de anuncio publicitario y el plan de medios. Claro, estamos hablando de volantes, gigantografías, radios locales, pero también estrategias de marketing directo y cuando el negocio crece, medios masivos.
Ese tránsito se da, como lo verán en algunos de los capítulos que siguen, sin abandonar la imagen fundacional de la marca. Estas estrategias de publicidad hablan sobretodo de negocios exitosos, bien concebidos y manejados con absoluta racionalidad. Los negocios están donde está el cliente, tratan de hacerlo sentir cómodo, darle la medida que le gusta, la música que escucha, poner un nombre efectivo, crear lemas publicitarios con los clientes se sientan identificados…, en fin, todo lo que manda la teoría.

Reflexiones
¿Por qué El Comercio acomete la audacia de recurrir a la calle? Quizás sea porque estamos ante un país que no conocemos y que estamos estudiando poco. El Perú es nuestro país pero también es nuestro mercado. Según el censo del 2005 el mercado peruano tiene 27 millones 219 mil 264 consumidores.
Sin embargo –y que me perdonen quienes ya están explorando desde la lógica del cambio-, cuando hablamos de PUBLICIDAD en el Perú, hablamos de una publicidad que tiene como referente a apenas 700 mil habitantes. Me refiero a lo que los creativos publicitarios y los gerentes de las empresas pueden considerar la “gente como uno”: limeños, de por lo menos tercera generación agrupados principalmente en 5 distritos: Surco, La Molina, San Isidro, San Borja y Miraflores.
Como contraparte, la noción de lo “popular” sería todo lo que ocurre en los barrios de los otros 26 millones 519 mil 264 habitantes del Perú, esto es, lo que le ocurre al 97% de los consumidores peruanos.
La mayoría de la población peruana es también citadina pero, a diferencia de la población de los cinco distritos que sirven de referencia a LA PUBLICIDAD, son mayoritariamente hijos de migrantes, es decir citadinos de primera generación o migrantes con algún período de integración a su nueva ciudad, generalmente de mayor tamaño y modernidad de la de su origen.
De ello se desprenden dos datos cuantitativos generales -pero importantísimos- a nivel de marketing: recién hace menos de 20 años hay un número importante de ciudades con más de 100 mil habitantes en el interior del país, más de quince y en aumento. Y que en Lima, existe un enorme contingente de familias que puede ya responder a la categoría de clase media pero que aun son percibidos como invasores. A diferencia de lo que normalmente ocurre en mercados dinámicos, en el Perú, los nuevos mercados se constituyen y consolidan antes que la oferta reaccione y esto habla de una cadena de empresas excesivamente pasiva y conservadora. Los nuevos mercados debieron ser poblados de oferta hace más de diez años, sin embargo, esto recién viene ocurriendo.
¿Cómo son estos nuevos consumidores citadinos? Sus referentes culturales, su nivel de ingresos, sus necesidades de compra, los canales de distribución a los que acceden, sus patrones de conducta, su perfil racial, sus aspiraciones y todo dato importante necesario para diseñar una estrategia de marketing es bastante distinto al del consolidado mercado de los cinco distritos mencionados.

El reto
Hay que buscar salir de la actual paradoja de la publicidad peruana: conciente o inconcientemente la mayoría de las compañías que hacen PUBLICIDAD, no están aceptando como consumidores a más de 26 millones de peruanos. No quieren ser masivos, no quieren ser populares.
No se trata aquí de resaltar el desorden, la tendencia a la copia, la escasa innovación que se ve en las jaladoras, en los volantes y en el diseño gráfico de los carteles. Acá no se trata de dar un golpe de mirada rápido a las asfixiantes y poco pulcras calles peruanas. Se trata de hacer foco en lo que la nueva realidad de nuestro país nos está diciendo. Tomarlo, reelaborarlo y, ojala, integrarlo en una publicidad que responda más a lo que está ocurriendo en el Perú.
La publicidad de la calle nos está dando pistas y a muy altos decibelios.

domingo, enero 14, 2007

Las confusiones gramaticales y morales del gobierno

Hay presidentes accidentales, que se encuentran con la historia en medio de un derrumbe: Gerald Ford, César Gaviria, Valentín Paniagua. Tales presidentes, en general, optan por la prudencia y la modestia. Saben que no han sido elegidos por sus virtudes personales, sino por el azar.

Sin capital político que gastar, se dedican a crearlo, lanzando iniciativas más allá de la empalizada de sus comunidades políticas. Ford, reconciliando a republicanos y demócratas; Gaviria, negociando la paz con la guerrilla; Paniagua, convocando a un gabinete independiente.

Alan García fue elegido presidente por ciudadanos que votaron tapándose la nariz. Sus propios aliados lo compararon a una enfermedad fatal, marginalmente mejor que el humalismo. Se recordó hasta la saciedad su carácter mendaz, sus patologías, su oportunismo, su corrupción, sus deudas con la justicia, su demostrada incapacidad. Su capital político al empezar su gobierno era similar a las reservas externas del país en el año 1990: una gran cifra roja.

Sin embargo, García se ha comportado como un presidente aluvional. Si buscó acuerdos, fue con la extrema derecha. Ha intentado crear capital político en ese lado del espectro, agitando los atavismos más despreciables. Pornógrafo para llamar al linchamiento legal de los violadores; periodista de crónica roja para ahorcar a Hussein; inquisidor para acusar de terrorismo a un anciano torturado hasta la muerte.

Confrontado con la evidencia de su mentira en el caso de Bernabé Baldeón, cuya familia ha logrado una sentencia contra el Estado por el asesinato de su padre, García no tuvo más remedio que decir algo que sonara a disculpa: “Si la familia Baldeón se siente ofendida, le ofrezco mis disculpas”

¿Si se siente ofendida? ¿No será razonable pensar que si a la tortura y asesinato de su padre se agrega la difamación la familia Baldeón se sentirá ofendida? García ofrece disculpas, no pide perdón, pomposo a más de irresponsable.

Ahora bien: el premier Del Castillo, incluso luego de la “disculpa” presidencial, ha insistido que el problema no es la difamación del campesino asesinado: "No están viendo el problema real. Ese caso cuesta 400 mil dólares al Estado"

El problema no es que la más alta autoridad de la nación abuse de su poder y estigmatice la memoria y la familia de un modesto campesino. El problema no es que se excuse la tortura si se efectuó contra un supuesto terrorista. El problema no es, tampoco, que el presidente llame a incumplir las obligaciones internacionales del país. El problema es plata.

Estamos advertidos: si hay que escoger entre nuestros derechos y la plata, este gobierno escoge la plata. Gracias por la sinceridad, premier.

La apuesta de ganar capital político jugando a favor del tánatos no le rindió resultados a García en las elecciones municipales y regionales, pero insistió. Enfrentado a la evidencia de una nueva derrota, esta vez en el parlamento, volvió a mostrar la misma reacción autoritaria que tuvo en los casos Canto Grande y Baldeón. Exigió un referéndum para consultarle al país sobre la pena de muerte, logrando el singular resultado de que su propia ministra de justicia le corrija la plana.

Hasta el presidente de la Comisión de Constitución del Congreso, Aurelio Pastor, corrigió al presidente. Aunque, claro, deslizando una pequeña sugerencia:

“…el artículo 32o de la Carta Magna establece que no pueden someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de las personas como lo es, en este caso, la vida. Sin embargo, precisó que para lograr que la pena de muerte sea llevada a referéndum se podría realizar una modificación constitucional.”

¡Gracias, Aurelio! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? Si hay que destruir garantías constitucionales, hagámoslo por la vía directa, con acuerdo del congreso, ¿a quién se le ocurre gastar la plata del estado en un referéndum?

Pero quien se lleva la palma entre los incondicionales del presidente accidental es el congresista Velásquez Quesquén, líder de la bancada aprista. Algo así, digamos, como lo que Pérez Rubalcaba es al PSOE o Harry Reid a los demócratas.

La reacción de Velásquez Quesquén al fallo de la Corte Interamericana en Canto Grande ha sido una terca resistencia a leer la sentencia y aprender un poco. ¿Para qué aprender –al fin y al cabo- cuando se puede acusar? Además, con constitucionalistas tan apegados a los derechos como Aurelio Pastor, ¿cómo desaprovechar la oportunidad de repartir acusaciones constitucionales como quien reparte carnés partidarios?

Pero algo me hace sospechar que el pobre Aurelio tendrá más problemas entendiendo a su compañero de bancada que a su presidente. Al fin y al cabo, García ha adquirido, al cabo de décadas de lectura y oratoria, cierta claridad expresiva. El Sr. Velásquez Quesquén, en cambio, es un maestro de la cantinflada.

Véase, por ejemplo, a este tribuno refiriéndose a la acusación constitucional que prepara contra el ex ministro Tudela y sus asesores, quienes diseñaron la estrategia jurídica del Estado en el caso Canto Grande:

“En este momento estamos terminando de afinar la acusación con los asesores porque queremos identificar bien a los responsables para que no se vaya a pensar que esto tiene un sesgo

Nótese el plural mayestático con el que el portavoz aprista se refiere a sí mismo; apréciese la capacidad inigualable de introducir ambigüedad en una frase sencilla: ¿será que se refiere a la acusación contra los asesores de Tudela o al trabajo de “afinamiento” que él conduce (¿o ellos –los Quesquenes- conducen?) con sus asesores? Apláudase la sinceridad con la que se admite que tiene una acusación pero no se sabe exactamente contra quién. Obsérvese el deseo de precisión de quien quiere identificar “bien” porque sabe –admite- que si no produce chivos expiatorios adecuados la maniobra quedará al descubierto. ¡Velásquez Quesquén habría hecho las delicias del maestro Luis Jaime Cisneros en sus clases de lingüística en la Católica!

Pero hago una digresión; “ofrezco disculpas” y sigo apreciando al líder parlamentario, en su rol de gran inquisidor:

Tudela ha insinuado que fue sorprendido por el agente Ayzanoa con la propuesta para allanarse. Evidentemente, si un ministro es sorprendido en un tema tan delicado como este, también se le agrava el perjuicio que ha ocasionado. Será la subcomisión de Acusaciones Constitucionales la que determinará si fue negligencia o un hecho punible"

¿Exactamente qué quiso decir aquí el Sr. Velásquez Quesquén? ¿Qué Ayzanoa engañó a su ministro o que el ministro expresó sorpresa ante la propuesta de Ayzanoa? ¿Qué se ha perjudicado al ministro, que se ha perjudicado al estado o que el parlamentario no tiene idea de qué ha ocurrido? ¿Qué es lo “evidente” en este descomunal desorden de las ideas?

Durante las últimas semanas, los poderosos del Perú han demostrado en sus dichos y hechos que la confusión gramatical suele ir de la mano de la confusión moral. Si un presidente accidental se porta como un baladrón, si la plata vale más que los derechos, si el defensor de la constitución propone castrarla; entonces, es adecuado que el líder parlamentario del gobierno hable en lenguas, como en un Pentecostés de Estudios Churubusco.

Pero –afortunadamente- lo contrario también es cierto: la integridad moral es compañera de la claridad sintáctica. Un ciudadano de a pie, el hijo del campesino asesinado y difamado por García, reaccionó así a la “disculpa” presidencial:

"No porque seamos unos campesinos humildes el Gobierno de Alan García va a decir lo que quiere. Esperamos que no se vuelva a repetir"

Eso es lo que yo llamo claridad conceptual y dignidad intacta.

viernes, enero 05, 2007

Nos quieren hacer cómplices

Nos quieren hacer cómplices
Por Eduardo González Cueva

Apenas han pasado un par de años desde que la prensa peruana se hizo eco de las declaraciones optimistas de nuestros políticos saludando la sentencia de la Corte Interamericana en el caso Berenson. En aquella ocasión, como la Corte recogió la posición del estado peruano, se consideró que se había logrado un precedente favorable y una victoria del estado de derecho.

Hoy, luego de la sentencia en el caso Canto Grande, se ha pasado del triunfalismo al rechazo visceral, pese a que los jueces que han fallado en este caso son exactamente los mismos que en Berenson. El premier Del Castillo llama “inaceptable” la sentencia; es una “tremenda corte”, clama el ministro Rey. Increíblemente, por venir de quienes se supone deben respetar las leyes, los presidentes de la Comisión de Justicia del Congreso y de la Corte Superior de Lima objetan que el país cumpla con sus obligaciones luego del fallo.

Dado el nivel bastante perfectible de los poderosos en el Perú, no cabe esperar que ninguno de los que así opinan se hayan dado el trabajo de leer las casi 200 páginas de la sentencia de la Corte, o por lo menos su resumen. La ansiedad de “agarrar micro” parece siempre imponerse a la prudencia: el presidente del Poder Judicial, Francisco Távara, confiesa no haber leído la sentencia, opina –más aún- que una opinión responsable necesita esa lectura previa, pero de todos modos se adelanta al examen y la llama “discutible”. Monseñor Bambarén simplemente reacciona a la pregunta del periodista y se escandaliza: “¿cómo es posible eso?”.

¿Cómo es posible lo que ha ocurrido en San José? Muy sencillo: ha ocurrido por que la masacre de Canto Grande fue un crimen y por la desidia e irresponsabilidad del Estado peruano para enfrentar sus deberes.

La masacre de Canto Grande tuvo lugar frente a los ojos de todos los peruanos un mes después del golpe de Fujimori cuando este, en su calidad de dictador absoluto, asaltó el pabellón de mujeres de ese penal en una operación militar caótica y brutal. Todos vimos a Fujimori pasearse entre los heridos, como lo haría años después entre los muertos en la residencia del embajador japonés. Más aún: esta atrocidad innegable ocurrió frente a un abogado de la Comisión Interamericana que se hallaba en el país y cuya mediación se rechazó. ¿Puede sorprender a alguien que años después, este abogado testifique sobre lo que vio con sus propios ojos?

El caso estuvo frente al sistema interamericano de derechos humanos desde 1992, sin que mereciera mayor respuesta del régimen fujimorista, contento con la condición de paria internacional que le había impuesto al Perú. Luego de la caída de Fujimori, en el 2001, el Perú rechazó la posibilidad de una solución amistosa para el asunto. Luego del trabajo de la Comisión de la Verdad, que investigó el caso y recomendó en el 2003 denunciar a los presuntos responsables, el Ministerio Público encabezado por la Dra. Nelly Calderón no actuó de manera diligente y perdió frívolamente el tiempo cuestionando el trabajo de la CVR.

Las consecuencias de la desidia fiscal están a la vista. En forma penosa, en audiencia de la Corte Interamericana de junio del 2006, casi 3 años después del informe de la CVR, el Estado peruano no tuvo más opción que admitir que el caso estaba avanzado “al 95%” en nuestro sistema judicial. ¡Alguien debe creer en el Estado que cabe, ante una instancia internacional, el mismo tipo de excusas absurdas que se usan en las ventanillas de atención al público!

Peor aún, este caso se perdió cuando el Estado decidió justificar la matanza como un acto de guerra, siguiendo el guión dictado por los sectores más radicales de la derecha nacional. La violencia, de acuerdo a lo que dijo el representante del Perú frente a la Corte, se dirigió “contra internos de una determinada tendencia”, para “atacar a Sendero Luminoso” en una “lógica de guerra”. Imposible explicar ante la Corte por qué esa estrategia militar incluyó actos como el fusilamiento de rendidos, la mutilación de cadáveres, la violación de mujeres y la tortura de los sobrevivientes. Y, sin embargo, la misma derecha radical que inspiró la estrategia para que el Estado pierda el caso hoy se atreve a dar “soluciones”, llamando a una ruptura total con la Corte.

El gobierno del Sr. García insiste en perder su declinante capital político con la misma estrategia que no le ha ayudado a ganar municipios: invocar fantasmas, agitar las pasiones más bajas, buscar –en fin- enemigos externos e internos con los que distraernos de su general mediocridad. En el caso Canto Grande, como antes los casos Castillo Petruzzi y Berenson, el gobierno encuentra la posibilidad de una estigmatización fácil porque, en esencia, se trata de violaciones donde las víctimas se presumen malas y culpables.

Para lograr el sorprendente efecto de justificar una violación de derechos humanos cometida ante los ojos de todo el país, se sigue el siguiente procedimiento:

- Se ignora que en el Perú la ineficiencia de la policía y de los jueces envía cientos de inocentes a la cárcel y se oculta que este fenómeno fue sistemático durante el mismo fujimorismo. La prensa de derecha ha continuado llamando “terroristas” a todas las personas indultadas, incluso cuando la mayoría de ellas recibieron su libertad del mismísimo Fujimori. Como resultado, se le vende al país la idea de que toda persona que estuvo en la cárcel por terrorismo debe ser culpable.
- Se preconiza que no hay castigo suficiente para ciertos criminales y se justifica la venganza. El presidente en persona no vacila en detallar en forma casi pornográfica crímenes atroces como la violación de niños para justificar la pena de muerte y –de paso- meter a los terroristas en el mismo saco quee los violadores.
- Por último, se crea una excepción en el razonamiento para defender a los violadores de derechos humanos si actuaron a favor del Estado: el fin justifica los medios, siempre y cuando el fin sea el poder del “presidente” Fujimori y no el del “presidente Gonzalo”.

Hace más de veinte años, la democracia argentina puso en el banquillo a los líderes de las juntas militares que causaron miles de desapariciones y la derrota militar más humillante de la historia de ese país. Uno de ellos tuvo la audacia de utilizar en su defensa el mismo argumento que hoy usan quienes –en el Perú- rechazan el fallo de la Corte: “Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa” dijo el almirante Massera, para justificar actos abominables como el robo de los recién nacidos de las desaparecidas embarazadas.

La respuesta del fiscal Strassera a ese argumento inmoral fue clara: una sociedad que se pretende democrática y civilizada tiene que condenar la justificación de la violencia como instrumento político venga de donde venga, “desterrar la idea de que existen "muertes buenas" y "muertes malas" según sea bueno o malo el que las cause o el que las sufra”. Un crimen es un crimen sin importar quién lo comete y cuál es su motivación política: una mujer violada no se siente menos ultrajada porque su violador haya defendido la Constitución peruana en lugar del “pensamiento Gonzalo”; Ernesto Castillo Páez no está menos desaparecido porque lo haya asesinado un policía en vez de un senderista.

Sin embargo, hoy en el Perú, no faltan quienes repiten el argumento de Massera y pretenden además hacernos sus cómplices, llamando a un referéndum para cortar con la Corte Interamericana. Es decir: para lograr el absurdo de justificar un crimen, se propone el absurdo de utilizar uno de nuestros derechos –el voto- para renunciar a la protección de todos nuestros derechos. Ya que fuimos testigos -en el silencio impuesto de una dictadura- del crimen, ahora se nos pide ser sus cómplices.

Yo creo que el hecho de que el Sr. García requiera el voto del fujimorismo para tener mayoría en el parlamento no justifica que se me exija tal acto de cobardía. Me parece que la decisión aprista de hacer al Sr. Rey ministro y al Sr. Giampietri vicepresidente no me obliga a hacerme eco de sus odiosos argumentos. Creo que la inmoralidad de otros no me obliga a renunciar a mis derechos ciudadanos.

No me afecta -por el contrario, me ennoblece- que el Estado que me representa reconozca un crimen, castigue a los culpables, entregue los restos de las víctimas a sus familias, asegure atención sicológica a los sobrevivientes y los desagravie. Me afectaría, me haría menos ciudadano, que García y Giampietri –sobre quienes pesa la masacre de 1986- se conviertan en los jueces que absuelvan la masacre de 1992. Puedo –debo- reconocer que hasta un criminal puede ser víctima y merecer desagravio, pero no puedo ni debo reconocer jamás que un criminal se convierta en juez y señor de mis derechos.

Creo, como dijo Salomón Lerner al entregar el Informe Final de la CVR que la democracia se construye con la terquedad de quienes no renuncian a las buenas razones, incluso en el vacío moral que imponen los autoritarios y los violentos. Creo, por que todos lo vimos, que la dictadura fujimorista se hundió “por mérito de quienes se atrevieron a no creer en la verdad oficial” y llamaron “a la dictadura, dictadura; al crimen, crimen”. El crimen es tal independientemente de quien sea la víctima: afirmar tan simple verdad es mi defensa de la democracia y mi rechazo a la complicidad.