viernes, octubre 28, 2005

LA METÁFORA DEL HARTAZGO

Sandro Venturo Schultz / sociólogo y comunicador social
sv@toronja.com.pe
(publicado originalmente en Ideele)

Los peruanos solemos recurrir a la metáfora del tránsito de Lima (y otras ciudades del país) para aludir a varias de nuestras incapacidades civiles y políticas. Sin duda, cuando hablamos del interrumpido flujo de autos y peatones, nos preocupa menos la problemática vial, y mucho el caos y la precariedad de la vida, en una sociedad con serias dificultades para construir su propio orden.

¿Por qué se utiliza esta metáfora y no otra? ¿Por qué de forma tan recurrente? Acaso porque acusar el bloqueo permanente de los cruces callejeros es tratar sobre nuestra incapacidad para transformarnos en una comunidad de personas familiares entre sí, es decir, de personas que compartimos un vínculo politico de semejanza y empatía.

Sin duda, la cantidad de autos raspados y chocados, así como las alarmantes tasas de accidentes y muertes sobre ruedas, nos dice mucho sobre la negligencia de nuestras autoridades y funcionarios. También, especialmente, sobre nuestra dificultad para construir acuerdos y desplazarnos por la vida cuidando nuestra propia integridad y la integridad de quienes nos rodean.

¿Qué hacer para enfrentar este desorden y así redimir simbólicamente esa incapacidad comunitaria para realizar “lo público”, el “bien común”, el “beneficio universal”? Lo que está en juego, entre otras cosas, es la compresión práctica de elementales reglas de convivencia, a saber, que las autoridades que designamos están a nuestro servicio, que las reglas universales me protegen (y benefician) individualmente, que el orden compartido me ahorra personalmente desgastes innecesarios, que el flujo compartido hace de mi vida una experiencia menos estresante, menos angustiada, menos absurda.

Lo que se expresa con esta metáfora no plantea una relación ontológica con nuestra identidad. No seamos masoquistas. Tengo la impresión que “la imagen del tránsito” nos está invitando a reflexionar acerca de nuestra capacidad de constituir una sociedad de ciudadanos con ganas de pasarla bien, muy bien.

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