miércoles, noviembre 16, 2005

LOS ACTORES DE LA ANTI REGIONALIZACIÓN

Sandro Venturo Schultz
Sociólogo y comunicador



A continuación algunos apuntes para quienes, en estos días, estén evaluando qué sucedió el domingo pasado en todo el país.

1. Decir que el Gobierno es el principal derrotado es una tontería que evade la gravedad del fracaso compartido. Es cierto que Toledo perdió la oportunidad de lucirse en las pantallas del noticiero nocturno con las nuevas regiones. Pero no se puede ganar ni perder cuando no se ha apostado seria y decididamente. Como bien han señalado los analistas, al carecer de una idea clara de modernización y descentralización del Estado, esta regionalización estaba condenada al artificio. Una revisión de las indecisiones de los gobiernos regionales que participaron del proceso (y también de los que se abstuvieron) muestra que en el país no existe una agenda común sobre los principales aspectos de la reforma política que reclamamos los peruanos.

2. Aquí las principales derrotadas son las élites regionales, si es que algo así existe a lo largo y ancho del país. Es una derrota histórica. Desde los años veinte del siglo pasado la bandera de la regionalización ha sido levantada con insistencia por reformistas y revolucionarios, y la “inteligencia provinciana” no ha sido capaz de liderar un proceso que debió estar bajo su interés y responsabilidad. Que estas élites achaquen la derrota del domingo al poder centralizado de Lima no deja de ser una triste constatación de su negligencia y su pavor al cambio. Terratenientes sin tierra.

3. También los partidos políticos han sido derrotados. El APRA se ha “quemado” innecesariamente, bloqueando una iniciativa legislativa que no iba a frenar al NO. Los demás (PPC, PDD, AP, SM, etc.), destacaron por su ausencia. Nunca asumieron el protagonismo de los postulados que dicen defender. Una vez más se hace evidente que no representan ni le dan forma a las expectativas de la gente. El NO del domingo pasado es una nueva y rotunda expresión de eso que los politólogos llaman “brecha entre el sistema político y la sociedad civil”. Los politicos saben que no tienen la capacidad de seducir a los electores. Juegan y se traicionan por minucias.

4. También perdió la gente. Esa que se queja eternamente de Lima y sus tentáculos. Es imposible descentralizar la política y la economía del país mientras las poblaciones de los departamentos sigan viviendo y pensando como “provincias”. Que los departamentos pequeños se rehusen a construir potentes regiones para evitar ser tragados por los departamentos grandes solo evidencia una cosa: un sentido común anacrónico y desfasado en estos tiempos de mundialización.

5. Por supuesto que falló el Consejo Nacional de Descentralización, y con él este Gobierno sin visión programática ni voces concertadas. Es sabido que los funcionarios del CND trabajan muy mal y que no existe Gobierno Regional que esté satisfecho con el acompañamiento de Thais y sus “muchachos”. También fallaron las ONG, las agencias de cooperación y las instituciones civiles (universidades, colegios profesionales, entre otros) que apostaron a este proceso: no tuvieron la fuerza necesaria para revertir tendencias estructurales que se resisten, en todo el país, al cambio.

6. Acaso donde mejor se ilustra la distancia entre los especialistas y la gente es en la pésima campaña mediática que el CND y algunas ONG desarrollaron a favor del SÍ. Imágenes y argumentos “escolares”. Incapacidad plena para asociar las demandas de la gente a la promesa de la regionalización. Publicidad del cliché. La campaña por el SÍ parecía la transcripción audiovisual de los elementales conceptos que los funcionarios del CND difundieron sin pasión ni convicción.

Afirmar, entonces, que el Gobierno fue el principal responsable y que el APRA fue el principal obstáculo, no es sino demostrar cuán despistados están los actores de esta regionalización frustrada, derrochadora, inútil. El escenario es otro. El drama es otro.

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