Me preparo en silencio para Auschwitz.
Trato de no involucrarme en las conversaciones de mis dos acompañantes y tampoco le hago caso a los comentarios del chofer.
Miro los campos blancos a mí alrededor.
Blanco, blanco, blanco por todos lados.
Ahora hay casas cada tramo pero supongo que no fue así en la época de la segunda guerra.
Me imagino a los soldados alemanes caminando por campos helados por la nieve. Quiero entender, pero siempre me detengo cuando me pregunto cómo los alemanes pudieron llegar a este desquiciamiento masivo. Y paso a imaginarme a los polacos, resistiendo, huyendo. Menos preparados, indignados, sin botas. Con el mismo frío, con la misma nieve, sin la locura guerrera.
Y vuelven los árboles estirando sus ramas peladas cubiertas de nieve sobre la carretera, como brazos, con sus manos y sus dedos.
lunes, noviembre 21, 2005
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