martes, junio 14, 2005

Gamarra

El Perú de los peruanos

(Publicado en Quehacer, 2003)
http://peruenrumba.blogspot.com/

Juan Infante


Gamarra es lo más grande que tiene el Perú en términos empresariales. Concentra el mayor número de emprendedores que existe en el país. Casi con certeza podemos decir, además, que no existe en América Latina concentración más grande de comercios en un área tan pequeña. Gamarra es también la fábrica más grande de confecciones de América del Sur; no hay un espacio físico que tenga tantas máquinas de confecciones y operarios dedicados a la industria del vestido. Y, vale decirlo, con sus potencialidades y sus problemas Gamarra es una muestra certera de lo que es el Perú hecho por peruanos.
Lento … pero llega el día
En Gamarra trabajan cerca de 10 mil empresarios que en conjunto ocupan 17 mil tiendas distribuidas en 144 galerías comerciales que se agrupan en 20 manzanas, la mayoría dedicados al rubro de las confecciones.
Con estas dimensiones, no debería existir duda de que los empresarios de Gamarra debieran ser una de las voces más fuertes y escuchadas del ámbito empresarial y, sin embargo, esto aún no es así. Hoy por hoy, Gamarra no ejerce siquiera la plenitud de sus derechos frente al Municipio de La Victoria y el Municipio de Lima. La razón: su debilidad organizativa. Organizarse en Gamarra es una necesidad y un reto que los empresarios están afrontando desde hace ya varios años. No es fácil, pero tampoco debería ser tan complicado. De hecho, si hoy vemos un Gamarra distinto al de los noventa es por sobre todas las cosas gracias a la perseverancia de un grupo de líderes empresariales que supieron resistir los afanes de destrucción institucional fujimorista que también puso sus garras en esta zona. Poco a poco se está reconstruyendo la confianza entre las personas y creando una visión compartida. Pero es necesario comprender que, como ha sido la historia de todos los gremios empresariales en el país, es fundamental alentar y auspiciar la tarea del fortalecimiento institucional de Gamarra.
El día en que los empresarios de Gamarra aparezcan como un cuerpo orgánico y organizado, con una clara orientación hacia la exportación, es probable que se produzca un punto de inflexión en la historia del Perú.
El centro comercial del Perú
Gamarra es y seguirá siendo el centro comercial más grande del Perú. Se ha dicho que sus 17 mil establecimientos venden al año 800 millones de dólares, lo que hace un promedio mensual de 4 mil dólares por tienda. Estas cifras tienen que ser validadas y parten de las que lanzó Ramón Ponce en su libro sobre Gamarra en el año 94, donde hablaba ya de 600 millones de dólares de ventas anuales cuando existían 6 mil tiendas.
Las 144 galerías comerciales donde se instalan estos establecimientos han sido construidas por empresarios que no provienen de las canteras de escuelas de post grado de negocios como ESAN, la Universidad del Pacífico o Piura. No, la mayoría de las galerías han sido construidas por migrantes que llegaron a Lima con la ilusión del progreso y hoy pueden mostrar orgullosos sus edificios comerciales: la más grande de ellas alberga a 1200 tiendas. Este detalle no debe pasar desapercibido en un país en el que nos se habla a cada momento de nuestras supuestas incapacidades. Por lo menos en Gamarra tenemos cientos de ejemplos de peruanos comunes y corrientes que han construido pequeñas y grandes fortunas. Gamarra es el ejemplo vivo de que el peruano puede, de que los peruanos sí podemos.
Sin embargo, uno podría preguntarse, ¿por qué si las cifras son tan evidentes, al Perú tradicional le cuesta tanto engancharse con los problemas y oportunidades de Gamarra? Porque si uno más uno sigue siendo dos, la magnitud de las cifras de Gamarra debería exigir otra actitud de todos los poderes del Estado, de la opinión pública, del sistema financiero, de la sociedad civil organizada, del mundo académico, y de los demás miembros que están dentro de la cápsula que se reparte y rota en los círculos de poder en el Perú.
Un ejemplo puede servir para explicar mejor el enunciado anterior. La población laboral de Gamarra es de 60 mil personas; si a esas le sumamos los 40 o 50 mil visitantes que diariamente concurren a la zona tenemos una población de más de 100 mil personas diarias en este espacio. 100 mil personas produciendo, vendiendo, comprando prendas de vestir y generando tributos cada día. Si uno hace una suma y resta de lo que aportan los empresarios y los clientes con lo que les devuelven las distintas instancias del Estado, debemos ser honestos en decir que el Estado tiene una deuda bastante alta con ellos.
Un estudio realizado por el Centro de Promoción de la Pequeña y Microempresa (Prompyme) durante la tercera semana de marzo que recogió más de 700 opiniones de clientes de Gamarra corrobora lo afirmado. Las citas que aparecen a continuación son un extracto significativo de las insatisfacciones de los clientes de Gamarra respecto al tema del tránsito y la seguridad:
«Yo tengo que venir con mi piedra, mi palo para poder llegar hasta el paradero.»
«Mucha delincuencia, resulta que a veces por la economía vienes acá a comprar y no llevas nada porque todo en la esquina te lo quitan.»
«Bueno, alguna sugerencia sería que haya más policías en los alrededores de Gamarra, o sea fuera de Gamarra, para que agilice el tránsito vehicular.»
«Lógicamente, dentro del damero de Gamarra no hay tanto robo, pero saliendo hay muchos asaltos, saqueos; por esas partes también se debe velar, los empresarios deben coordinar con las autoridades competentes.»
«Deben limpiar más las calles, debe haber más seguridad en las avenidas Huánuco o en Aviación, porque mucho asaltan al momento de salir la gente que compra la mercadería.»
Para los clientes, los problemas principales que confronta hoy Gamarra están directamente relacionados con servicios que el Estado debe prestar: seguridad, limpieza pública, fluidez del tránsito. Acá también debe quedar algo claro: el Estado cobra por prestar estos servicios. Los municipios cobran un tributo por el servicio de serenazgo y los arbitrios están destinados al servicio de limpieza pública y administración de la ciudad. Pero, además, los impuestos que se pagan por concepto de IGV y demás deben servir entre otras cosas para que el gobierno central garantice la seguridad ciudadana. Para el caso de Gamarra nada de esto se cumple. Recientemente una comisión conformada por miembros del Ministerio del Interior, la Coordinadora de Empresarios de Gamarra y Prompyme calculaba que por concepto de serenazgo el Municipio de La Victoria debería estar recaudando de Gamarra 155 mil soles mensuales (15 soles mensuales por establecimiento), lo que hace un presupuesto anual cercano a los 2 millones de soles. Más allá de que el sistema de cobranza municipal sea o no eficiente, lo cierto es que la seguridad en el interior de lo que se ha dado en llamar el damero de Gamarra, ha venido siendo pagada por alrededor de 200 empresarios que contratan a través de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra a 60 jóvenes que están vestidos con uniforme de serenos municipales a un costo de 42 mil soles mensuales. Estos efectivos de seguridad están ubicados en el espacio público. Hoy esta comisión espera sumar a los alcaldes de Lima y La Victoria para resolver está incongruencia y, de esa manera, lograr que el centro comercial más grande del Perú pueda contar con los servicios básicos que deben garantizar los gobiernos locales y el gobierno central.
Algunas preguntas son importantes para tener una dimensión clara de cómo es que estos problemas perjudican el desarrollo comercial de Gamarra: ¿en cuánto crecería la afluencia de público a Gamarra si los problemas de tránsito y delincuencia se resolvieran? ¿Cuánto se incrementará el grado de satisfacción de los clientes si es que por fin se implementa un sistema de limpieza que permita niveles de ornato adecuados a un centro comercial? ¿Cuánto de esto se trasladará a ventas y por tanto a impuestos? La opinión pública debería poner un poco de atención a estos tema.
Los peruanos aún no tenemos idea clara de lo que significa el círculo virtuoso de un Estado eficiente. Nuestras ciudades expresan la rabia y la frustración del peruano frente al peruano; con pocos recursos, zonas de altísima concentración comercial como las de Gamarra, podrían convertirse en espléndidos lunares donde el placer de vivir en una urbe organizada se exprese plenamente para millones de peruanos.
La agenda de descontento que le plantean los clientes a Gamarra también incluye aspectos relacionados con responsabilidades de los empresarios:
«Algunos son muy amables, pero otros son groseros no saben atender, no tienen paciencia.»
«La atención al público deja bastante que desear, a veces son bien toscos para vender si quiere lleve y si no, ya pues.»
«Me dijeron que era de buena calidad, que no se iba a desteñir, no se iba a rasgar y a las finales, en un mes se rasgó el pantalón.»
«Las personas que venden te dejan con los remalles, con los hilos y uno tiene que estar cortando.»
«Te dicen pima y no es pima; si tú no conoces, lo puedes comprar, es una estafa.»
«La mayoría de los empresarios no tiene visión; en cuanto a modelos, prendas, no hay moda, imitan mucho.»
«Yo quisiera pedir que haya un plano de ubicación de todos los productos, para poder encontrar más fácilmente.»
Un último tema a destacar respecto a la importancia comercial de Gamarra, y que se desprende de las opiniones de los clientes, es el del personal de ventas. Deben ser alrededor de 25 mil las jóvenes que son empleadas para cumplir tareas de ventas en las tiendas de esta zona. De ellas, muy pocas han recibido alguna preparación específica para lograr un buen desempeño en ese rol laboral. Saber manejar una tienda y atender bien al cliente exige una preparación especial. En Gamarra, y para cualquier negocio, el del vendedor, es un oficio clave; sin embargo, en el caso de las trabajadoras que laboran en la zona de Gamarra, es un oficio para el cual no reciben ningún soporte académico. Problema grave y oportunidad hermosa si tomamos conciencia de que el 56 % de los establecimientos empresariales peruanos (según los datos de la declaración jurada – Sunat 2000) están dedicados al comercio. Siendo esto así, vale la pena proponerle al Ministerio de Educación la introducción en la currícula de quinto de secundaria del tema de formación de competencias en ventas.
La fábrica de confecciones más grande de América del Sur
Se estima que existen en Gamarra cerca de 8 mil talleres de confecciones, con un promedio de cinco máquinas cada uno. ¡Gamarra es una fábrica de 40 mil máquinas de confecciones! Como ya dijimos, la más grande de América del Sur. Ahora bien, no necesariamente una fábrica grande es eficiente, y Gamarra hoy día no lo es. Mucho se podría hablar de todo lo que a nivel técnico productivo le falta a Gamarra: los espacios para los talleres son muy reducidos, la maquinaria no es automatizada, faltan métodos de trabajo modernos que minimicen los tiempos de fabricación de las prendas; es decir, falta divulgar y efectivizar el manejo de la ingeniería industrial, con estudios de métodos y tiempos, que permitan elevar la productividad. Además, aplicar el control de calidad total, que involucre la materia prima, el proceso productivo y el producto terminado.
Todos estos enunciados son válidos y corresponden al diagnóstico de un ingeniero industrial. Lo que uno no llega a comprender es por qué estos enunciados son utilizados para anular las posibilidades de inversión para el desarrollo de Gamarra, por qué sirven para deprimirnos, inmovilizar voluntades, liderazgos y responsabilidades, en vez de constituir una agenda de trabajo. Porque uno podría ver las cosas de otra manera y frotarse las manos ante las enormes posibilidades que presenta el futuro si es que se invierte en generar los cambios necesarios en Gamarra; uno podría decir: «caray, si solucionamos estas pequeñas cosas la ganancia que tendríamos sería enorme». Porque el hecho concreto es que en Gamarra ya se hizo la inversión más cara: máquinas, inmuebles, años de experiencia empresarial. Si a eso se le agrega asistencia técnica, preparación de operarios, ingeniería, manejo gerencial, optimización de procesos, la productividad se incrementaría radicalmente y los peruanos tendríamos una enorme fábrica exportadora de ropa produciendo divisas y empleo.
El Perú de los peruanos
Los peruanos no encontramos aún la armonía para desarrollarnos. Tenemos muchos reclamos los unos a los otros, mucha rabia, muchos complejos no resueltos. Construir patria así, es difícil. Gamarra ofrece una oportunidad de percibirnos de otra forma, de sentir que el desarrollo es posible. No se trata de idealizar a los pequeños empresarios, ni de hacer de ellos héroes económicos. Pero sí de reconocer que la fortaleza de un país pobre como el nuestro está en su gente emprendedora y, que es ella, y no sólo nuestros recursos naturales, la locomotora que producirá la riqueza que el país requiere. En el Perú tenemos una economía centrada en el alivio a la pobreza, otras naciones se concentran en los mecanismos para generar riqueza.
Los peruanos tenemos una historia económica de enclaves y yacimientos donde los protagonistas han sido el oro, el guano, el petróleo, el azúcar, el pescado, todas son historias que pasaron sin dejar huellas cuando los recursos se agotaron. Otros países tienen una historia económica basada en nombres de personas y compañías que producen productos y tecnologías. Los empresarios y trabajadores de Gamarra tienen que seguir su ruta de mejora constante, pero el Perú tradicional tiene que comprender que necesita de todos los Gamarra que existen en el país.
Si volvemos a revisar la agenda del descontento de los clientes de Gamarra veríamos que en realidad son todas cosas sencillas de resolver. Simplemente hay que ponerse de acuerdo. Esa es la tarea que tenemos por delante en el país: ponernos de acuerdo para resolver las cosas que de verdad nos importan.

No hay comentarios.: