Escrito por Felipe Ortiz de Zevallos, tomado de Semana Económica, 24 de junio.
No hay una sola inteligencia sino varias. La más fácil de medir resulta la lógica, una que es racional y secuencial. Pero también hay otras: la espacial, musical, corporal y así sucesivamente. Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia emocional, ha investigado la incidencia del cociente intelectual en el éxito profesional con resultados sorprendentes. Por cierto que este indicador constituye un factor determinante para la adecuada selección de una carrera. Los astrofísicos, por ejemplo, requieren más IQ que los abogados y éstos, a su vez, más IQ que los fisioterapeutas. Pero si uno se encuentra en el rango razonable de IQ requerido para la carrera escogida, la inteligencia -medida por el IQ- sólo explica de 4 a 10% del éxito profesional. Mucho más importantes resultan cualidades difíciles de medir académicamente: imaginación, alegría, optimismo, empatía social. Una investigación de Goleman y el Hay Group revela que el sentido de humor resulta un componente mucho más importante que la inteligencia -dentro de los rangos previamente referidos- para definir la capacidad de liderazgo de una persona. Un profesor de Yale, Robert Sternberg, ha desarrollado un examen alternativo al SAT que se toma para el ingreso a las universidades de EEUU. Incluye caricaturas a las que hay que ponerles texto, cuentos con títulos sin sentido, y así sucesivamente. Hasta la fecha, sus resultados han predicho mejor el éxito futuro de quienes lo toman que el SAT más lógico y tradicional.
viernes, junio 24, 2005
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