Juan Infante
Hay temor en Lima y en los enclaves mineros de las provincias: los pueblos del ande se levantan -con aparente irracionalidad frente a las minas- uno por uno, de dos en dos, y ahora parece que coordinadamente.
¿Cómo es posible? Se pregunta con angustia el sector empresarial y la opinión pública ¿por qué no se entiende que la inversión es desarrollo? que la minería es necesaria, que las exportaciones, las divisas y la economía del país están creciendo. Reunidos a puerta cerrada en sus casas, en sus clubes, en sus gremios, llegan a la conclusión que lo que se requiere es autoridad y autoridad para ellos es sinónimo de represión.
Mal camino, amigos. No habrá fuerza represiva suficiente si la idea es optar por las bombas lacrimógenas, el golpe y los disparos. Tampoco se logrará así tranquilidad y paz social. Se alimentará el resentimiento y se seguirá incubando el estallido.
Lo que se necesita por paradójico que parezca es que los pueblos del ande desfoguen su malestar de la manera más organizada posible, con líderes que hablen, se expresen y se conviertan en interlocutores para encontrar soluciones y que exista, como contraparte, oídos atentos y entrenados para escuchar cuales han sido los errores cometidos en estos ya 12 años de boom minero. Es mejor organizar el desembalse, la respuesta adecuada es más democracia.
No le echemos la culpa al poblador andino, la minería y el Estado no han cumplido con su promesa de bienestar local. No han cumplido a pesar de sus esfuerzos de ser socialmente responsables, del canon y de la regionalización. Y, a pesar de las múltiples señales de la insatisfacción del poblador andino, ni el sector minero, ni el Estado han tenido capacidad de respuesta. Hoy la situación es crítica y tiene a todo el país afectado.
Aunque cunda la desesperación y el castillo parezca derrumbarse, la soberbia de las botas no ayudará a resolver el malestar andino. Será la humildad y la paciencia. Será la autocrítica y la voluntad de cambio. La pregunta adecuada es qué hicimos mal, no dónde está la policía. Es hora de promover de manera real y no cosmética el desarrollo de la sierra.
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martes, junio 07, 2005
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1 comentario:
Tomo del diario el Correo la opinión de su director Aldo Mariátegui aparecida el 9 de junio y que da otra postura frente al mismo tema.
Cordón sanitario con bolivia
La situación boliviana está más ardiente que congresista ecuatoriana. Los únicos beneficiados son nuestros productores y comerciantes formales, porque el contrabando por Puno se ha evaporado.
No sorprende. Era previsible un descenso a la anarquía desde la salida de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni), el presidente legítimo. Allí se desconoció el principio más elemental de autoridad y se abrieron las puertas a la anomia, pues los violentos se envalentonaron. Goni erró al aplicar una represión -legítima desde su investidura de presidente electo- indiscriminada y poco inteligente contra la violencia callejera, cuando debió capturar directamente a los líderes subversivos, Felipe Quispe y a Evo Morales. Y si al detenerlos derramaba sangre, pues qué pena, pero el Estado democrático tiene el monopolio de la violencia legítima (leáse Max Weber) para mantener el orden constitucional y la paz cívica. Eso no es fascismo o autoritarismo; es simplemente proteger el orden democrático (tiren dinamitazos a la Policía en España, Chile, Inglaterra o Nueva Zelanda a ver qué les sucede). Democracia no es sinónimo de debilidad. Si a Quispe o a Morales no le gustaban los contratos petroleros, pues que primero ganen las elecciones y los anulen. El ingenuo y débil Mesa pretendió dialogar con fanáticos sordos. Mucho me temo que la marcha hacia una larga y sangrienta guerra civil ya se inició en Bolivia y vamos a tener una Yugoslavia andina, con futuras naciones nuevas en el mapa. No nos queda más que espectar esto y reforzar nuestra frontera altiplánica, declarar ya allí preventivamente el estado de emergencia (y tener lista la ley marcial y el toque de queda) e instaurar un férreo cordón sanitario para evitar que esa locura se nos extienda, más aún cuando la principal actividad económica puneña (el contrabando) va a decaer, y eso va a recesar fuertemente una zona ya inquieta (Ilave, Lampa) y con narcotráfico creciente.
Lamentablemente, el pavor a las organizaciones de derechos humanos ha castrado a los aparatos estatales en esta función básica: se fue de un extremo a otro. Y Toledo está tan deslegitimado hasta para ponerse los pantalones… Aquí mismo se está dando una conspiración evidentemente coordinada para atacar nuestra minería. En lugar de extirpar de raíz al tumor (cerrando a las ONG que siembran veneno, encarcelando a los vándalos e incitadores, militarizando los perímetros si es necesario. Es nuestra primera exportación e imán de inversiones. ¡A protegerla!), se manda a un curita (¿el pacificador De la Gasca?) a “dialogar” a Tintaya. Más firmeza, siempre con la ley en la mano. Sino esto puede terminar como Bolivia. Uno nunca sabe.
amariategui@epensa.com.pe
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